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Capitulo XV

Se Preparan los Cálices de la Ira Divina

ESTE capítulo introduce las siete postreras plagas, manifestación de la ira sin mezcla del cielo, volcada en plena medida sobre la última generación de los impíos. La obra de la misericordia habrá terminado entonces para siempre.

VERS. 1-8: Y vi otra seña] en el cielo, grande y admirable, que era siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas es consumada la ira de Dios. Y vi asi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quien no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre? porque tu solo eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán, y adorarán delante de ti, porque tus juicios son manifestados. Y después de estas cosas miré, y he aquí el templo del tabernáculo del testimonio fué abierto en el cielo; y salieron del templo siete ángeles, que tenían siete plagas, vestidos de un lino limpio y blanco, y ceñidos alrededor de los pechos con bandas de oro. Y uno de los cuatro animales dió a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive para siempre jamás. Y fué el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles.

Una escena preparatoria.-Esto es lo que nos dice el capítulo 15. Nos hace recorrer una nueva serie de acontecimientos. Todo el capítulo no es sino una introducción para los juicios más terribles que el Todopoderoso hará caer jamás sobre la tierra: las siete postreras plagas. Lo que contemplamos aquí es una solemne preparación para el derramamiento de estas copas sin mezcla de misericordia. El vers. 5 demuestra que las plagas caerán después que haya cesado el ministerio del santuario, porque el templo

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está abierto antes que sean derramadas. Son dadas a siete ángeles vestidos de lino puro y blanco, emblema adecuado de la pureza de la justicia de Dios manifestada en estos castigos. Reciben estas copas de uno de los cuatro seres vivientes. En los comentarios sobre Apocalipsis 4 se demostró que estos seres vivientes asistían a Cristo en la obra realizada por él en el santuario. ¡Cuán apropiado es entonces que les toque entregar a los ministros de la venganza los cálices de la ira que han de derramarse sobre aquellos que despreciaron la misericordia de Cristo, abusaron de su longanimidad, acumularon oprobio sobre su nombre y le crucificaron de nuevo al perseguir a sus discípulos! Mientras que los siete ángeles cumplen su terrible misión, el templo se llena de la gloria de Dios y nadie (oudeís, ningún ser) podía entrar allí. Esto demuestra que terminó la obra de misericordia, puesto que no hay ministerio en el santuario durante el derramamiento de las plagas. De ahí que son manifestaciones de la ira de Dios sin mezcla de misericordia.

El pueblo de Dios recordado.-Los hijos de Dios no quedan olvidados en esta escena. En los vers. 2-4 se le permite al profeta contemplarlos anticipadamente como vencedores sobre el mar que tenía apariencia de vidrio mezclado con fuego. Cantan el cántico de Moisés y del Cordero mientras están sobre esa expansión chispeante de gloria. El mar de vidrio sobre el cual están estos vencedores, es el mismo que el presentado en Apocalipsis 4:6, como situado delante del trono en el cielo. En vista de que nada prueba que haya cambiado de lugar, y como se ve a los santos sobre él, encontramos aquí una prueba indubitable, corroborada por Apocalipsis 14:1-5 de que los santos son llevados al cielo a recibir parte de su recompensa. En esta forma, como si el sol resplandeciente atravesara de repente una nube de la medianoche, alguna escena es presentada o alguna promesa dada a los humildes discípulos del Cordero en toda hora de tentación, para asegurarles el amor y cuidado de Dios tanto como la certidumbre de su recompensa final. "Decid al justo--escribió antaño Isaías--que le irá bien," pero, "¡Ay del impío! Mal le irá." (Isaías 3:10, 11.)

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El himno que cantan los vencedores, el cántico de Moisés y del Cordero, nos es dado aquí en epítome: "Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos." Es un canto de infinita grandeza. ¡Cuánto abarcan sus términos! ¡Cuán sublime es su tema! Evoca las obras de Dios que son una manifestación de su gloria. Con visión inmortal los santos podrán comprenderlas como no pueden hacerlo en su condición actual, aunque la astronomía revela lo suficiente para llenar de admiración todos los corazones. De nuestro pequeño mundo pasamos a nuestro sol, a 155 millones de kilómetros de distancia; de allí al sol más cercano al nuestro, a cuarenta billones de kilómetros de él; luego a la doble estrella polar, cuya luz necesita cuatrocientos años para llegar a nuestro mundo, y cruzando muchos sistemas, grupos y constelaciones, llegamos a la gran estrella Rígel, en Orión, que resplandece con la potencia de 15.000 astros como nuestro sol. ¡Qué será entonces el gran centro alrededor del cual giran estas miríadas de orbes resplandecientes! Bien puede exclamar el canto: "Grandes y maravillosas son tus obras." Pero el cántico menciona también otra cosa, la providencia y la gracia de Dios: "Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos." Todo el trato de Dios con todas sus criaturas quedará para siempre vindicado a los ojos de los redimidos y a la vista de todos los mundos. Después de toda nuestra ceguera, todas nuestras perplejidades, todas nuestras pruebas, podremos exclamar al fin en la exuberancia del gozo satisfecho: "Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos."

Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis: Indice de los Capitulos
Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo II), Capitulo 14: Ultima Amonestación de Dios a un Mundo Impío
Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo II), Capitulo 16: Siete Plagas Devastan la Tierra
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Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo I y Tomo II) by Urías Smith (Copyright 1949; Edición Revisada 1977, 1979) was originally published by the Pacific Press Publishing Association, 1350 N. Kings Road, Nampa, Idaho 83687 USA, a wholly owned and operated Seventh-day Adventist publishing house. The electronic text for Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis by Urías Smith was not supplied by the Pacific Press Publishing Association. However, their permission was requested and secured to freely distribute it.

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