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Capitulo XVII

Unión Mundial de la Iglesia con el Estado

VERS. 1-5: Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, dicicndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas: con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en Espíritu al desierto; y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de purpura y de escarlata, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones, y de la suciedad de su fornicación; y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABII.ONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS FORNICACIONES [RAMERAS, V.M.] Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

EN EL vers. 19 del capítulo anterior, se nos ha informado que "la grande Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira." El profeta considera ahora más detalladamente el tema de esta gran Babilonia. A fin de presentarla en forma completa, retrocede y relata algunos de los hechos de su historia. Los protestantes en general creen que esta mujer apóstata presentada en este capítulo es un símbolo de la iglesia católica romana. Entre esta iglesia y los reyes de la tierra ha habido relaciones ilícitas. Los habitantes de la tierra han sido embriagados con el vino de su fornicación, o sea con su falsa doctrina.

La Iglesia y el Estado.--Esta profecía es más definida que otras aplicables al poder romano, por el hecho de que hace una distinción entre la Iglesia y el Estado. Vemos aquí a la mujer, la Iglesia, sentada sobre una bestia escarlata, el poder civil, que la sostiene, y al que ella, a su vez, controla y guía según le conviene, como un jinete controla al animal sobre el cual está sentado.

Las vestiduras y los atavíos de esta mujer, según se presentan

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en el vers. 4, armonizan en forma sorprendente con la interpretación dada a este símbolo. Los principales colores que se notan en los mantos de los papas y los cardenales son precisamente el purpúreo y el escarlata. Según los testigos oculares, entre las miríadas de piedras preciosas que adornan sus ceremonias, casi no se conoce la plata, y el oro mismo es menos notable que las gemas costosas. De la copa de oro que tiene en la mano--que, por ser un símbolo de pureza en la doctrina y la profesión de fe, debiera haber contenido solamente algo puro y de acuerdo con la verdad--sólo salieron abominaciones y el vino de su fornicación, símbolo adecuado de sus doctrinas abominables y prácticas aun más abominables.

Se dice que en ocasión de un jubileo papal se empleó el símbolo de una mujer con una copa en la mano:

"En 1825, en ocasión del jubileo, el papa León XII hizo acuñar una medalla que llevaba de un lado su propia imagen, y del otro, la de la iglesia de Roma simbolizada como una 'mujer' que sostenía en su mano izquierda una cruz y en la derecha una copa, y tenía en derredor suyo la leyenda, Sedet super universum, 'El mundo entero es su sede.' "[1]

Esta mujer es explícitamente llamada Babilonia. ¿Es Roma, por lo tanto, Babilonia, con exclusión de todos los otros cuerpos religiosos? No; no puede serlo, por el hecho de que es llamada la madre de las rameras, según se ha notado ya, lo cual demuestra que hay otras organizaciones religiosas independientes que constituyen las hijas apóstatas, que pertenecen a la misma gran familia.

VERS. 6, 7: Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús: y cuando la vi, quedé maravillado de grande admiración. Y el ángel me dijo: ¿Por qué te maravillas ? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos.

Una causa de admiración.--¿Por qué habría de maravillarse Juan con gran admiración, como dice en el original, cuando vió

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la mujer embriagada con la sangre de los santos? ¿Era acaso cosa extraña en su tiempo que el pueblo de Dios sufriese persecución? ¿No había visto él a Roma lanzar sus más fieros anatemas contra la iglesia? ¿Y no estaba él mismo desterrado bajo su cruel poder mientras escribía? ¿Por qué se asombró entonces al mirar hacia adelante, y al ver a Roma perseguir todavía a los santos? El secreto de su admiración era éste: Todas las persecuciones que había presenciado provenían de la Roma pagana, que era enemiga declarada de Cristo. No era extraño que los paganos persiguiesen a los discípulos de Cristo. Pero cuando miró Juan hacia adelante y vió que una iglesia que profesaba ser cristiana perseguía a los discípulos del Cordero y se embriagaba con su sangre, no pudo menos que sentirse embargado por el asombro.

VERS. 8-11: La bestia que has visto, fué, y no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir a perdición: y los moradores de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán viendo la bestia que era y no es, aunque es. Y aquí hay mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se asienta la mujer. Y son siete reyes. Los cinco son caídos; el uno es, el otro aun no es venido; y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo. Y la bestia que era, y no es, es también el octavo, y es de los siete, y va a perdición.

Tres jases de Roma.--La bestia de la cual habla aquí el ángel es evidentemente la bestia escarlata. Una fiera, como la que se introduce aquí, simboliza una potencia opresora y perseguidora. Aunque la potencia romana tuvo como nación una existencia larga e ininterrumpida, pasó por ciertas fases durante las cuales este símbolo no se le habría aplicado, y durante dichas fases se puede decir que una profecía como la que nos ocupa habría de considerar la bestia como inexistente. Así Roma era en su forma pagana una potencia perseguidora del pueblo de Dios, y durante ese tiempo constituía la bestia que era. Pero cuando el imperio fué nominalmente convertido al cristianismo, se produjo una transición del paganismo a otra fase de una religión falsamente llamada cristiana. Durante un breve período, mientras se realizaba esta transición, perdió su carácter feroz y perseguidor, y se

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pudo decir entonces de la bestia que no era. Con el transcurso del tiempo, se desarrolló en el papado, y volvió a asumir su carácter sediento de sangre y opresor.

Las siete cabezas.--Se explica aquí que las siete cabezas son, primero, siete montañas, y luego siete reyes. "Las siete cabezas son siete montes, ... y son siete reyes," con lo que se identifican las cabezas, los montes y los reyes.

El ángel dice además: "Cinco [reyes] son caídos," o desaparecidos. Luego dice: "Uno [rey] es," es decir el sexto que reinaba entonces. "El otro aun no es venido; y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo." Y a lo último: "La bestia que era, y no es, es también el octavo, y es de los siete." Por esta explicación de los siete reinos, entendemos que cuando el que "aun no es venido" (en el momento en que Juan escribía) aparece en el escenario, se lo llama el octavo, aunque es realmente de los "siete" en el sentido de que absorbió y ejerció su poder. Este es aquel cuya carrera nos interesa seguir. Acerca de él, se dice que su destino era ir "a perdición," es decir que ha de perecer en absoluto. Esto repite la afirmación hecha en el vers. 8 acerca de "la bestia que viste," que a su vez es la "bestia escarlata," sobre la cual está sentada la mujer. Hemos demostrado que esta bestia simboliza el poder civil, que de acuerdo con la narración que nos ocupa, pasa por siete fases representadas también en la bestia semejante a un leopardo, mencionada en Apocalipsis 13, hasta que aparece una octava que continúa hasta el fin. Puesto que ya hemos demostrado que la Roma papal se desarrolló de la Roma pagana y le sucedió, debemos concluir que la octava cabeza, que era de las siete y finalmente ejerció su poder, representa al papado y su mezcla de doctrinas así llamadas cristianas con supersticiones y ritos del paganismo.

VERS. 12-14: Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aun no han recibido reino; mas tomarán potencia por una hora como reyes con la bestia. Estos tienen un consejo, y darán su potencia y autoridad a la bestia. Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles.

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Los diez cuernos.-Acerca de este asunto, véanse las observaciones hechas sobre Daniel 7:7, donde vemos que los cuernos representan a los diez reinos que surgieron del Imperio Romano. Reciben el poder una hora (o sea un lapso indefinido) con la bestia. Es decir que reinan durante cierto lapso contemporáneamente con la bestia, y durante ese lapso le dan su poder y fortaleza.

Croly ofrece este comentario con referencia al vers. 12: "La predicción define la época del papado al mencionar la formación de los diez reinos del Imperio Occidental. 'Mas tomarán potencia por una hora como reyes con la bestia.' La traducción debiera ser: 'En la misma era (mían horan). Los diez reinos serán contemporáneos, en contraste con las 'siete cabezas,' que fueron sucesivas."[2]

Este lenguaje se refiere indudablemente al pasado, cuando los reinos de Europa apoyaban unánimemente al papado. El trato que estos reyes darán finalmente al papado queda expuesto en el vers. 16, donde se dice que aborrecerán a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, comerán su carne y la quemarán con fuego. Las naciones de Europa han estado haciendo parte de esto durante anos. La terminación de esta obra, que consiste en quemarla con fuego, se realizará cuando se cumpla Apocalipsis 18:8.

"Ellos pelearán contra el Cordero." (Vers. 14.) Aquí se nos hace penetrar en el futuro, y se nos transporta al tiempo de la grande batalla final, pues entonces es cuando el Cordero lleva el título de Rey de reyes y Señor de señores, que asume al terminar el tiempo de gracia, cuando cesa su obra de intercesión sacerdotal. (Apocalipsis 19:11-16.)

VERS. 15-18: Y él me dice: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la harán desolada y desnuda: y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego: porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que le plugo, y el ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que sean cumplidas las palabras de Dios. Y la mujer que has visto, es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra.

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Destino de la ramera.--En el vers. 15 tenemos una definición clara de lo que significa el símbolo bíblico de las aguas: representan pueblos, multitudes, naciones y lenguas. El ángel dijo a Juan, mientras llamaba su atención al tema, que le mostraría el juicio de esta gran ramera. En el vers. 16 ese juicio queda especificado. Este capítulo se refiere naturalmente en forma más especial a la madre, o la Babilonia católica. El capítulo siguiente, si no nos equivocamos, trata del carácter y destino de otra gran rama de Babilonia, las hijas caídas.

[1] Alejandro Hislop, "The Two Babylons," pág. 6.

[2] Jorge Croly, "The Apocalypse of St. John," págs. 264, 265.

Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis: Indice de los CapitulosLas Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo II), Capitulo 16: Siete Plagas Devastan la Tierra
Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo II), Capitulo 18: La Condenación de la Babilonia Moderna
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Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis (Tomo I y Tomo II) by Urías Smith (Copyright 1949; Edición Revisada 1977, 1979) was originally published by the Pacific Press Publishing Association, 1350 N. Kings Road, Nampa, Idaho 83687 USA, a wholly owned and operated Seventh-day Adventist publishing house. The electronic text for Las Profecías de Daniel y Del Apocalipsis by Urías Smith was not supplied by the Pacific Press Publishing Association. However, their permission was requested and secured to freely distribute it.

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